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martes, 8 de noviembre de 2011



La noche plena y una débil llama.





I

Cuando la vida se resume

en un salto absurdo y peligroso

en el vacío

más pródigo corrige el desencanto

cuando el miedo

se instala en nuestras sombras

y no cimbrea la danza

y sus desafíos inquietantes

ni sorprende ya la vida

con sus eternas espirales.







II

Oyeron los hombres largamente

las secuelas de la ira

repudiados del eterno paraíso

cuando la pasión más arcana y

enigmática los apartó por imperativo

del titánico mandato.







III

Nunca traspasarán la carne

las eternas leyes naturales

por ser transparentes a los ojos

las cosas que rápidamente hallamos.







IV

Creyó el omnipresente creador

haber enmudecido

esta débil llama

que se agita y oscila

como una estrella pulsante

genio creador débil carne

como la nota insustituible de una partitura

cuando la noche primera amanece

y siente el increíble latido

de la tierra incesante.







V

Más alejado del oscuro resplandor

amaneció la alborada sinuosa

de blancura fresca y tibia

y el azul del cielo se fugó

en el iris de tus ojos

creando en la tierra

un breve temblor.







VI

Mi ciudad desértica te espera

cuando rota la simetría

de mis calles imaginarias

por el tacto irresoluble de tus dedos

finja una sola caricia

transformar la sombra fulgente

de este mundo

y desate la pasión más viva

en cada abrazo

a la luz maravillosa

de cada expectativa.







VII



Como una llama que juega

es el pulso inestable

la noche del tiempo alejada

más preciosa e iluminada

pulido y maravilloso oro

el alma prisionera

en la noche estremecida

que no se sacia de tu carne.







VIII

Fértiles serán los años

y los paisajes

cuando la nota

del arpa desprendida

caiga de mis ojos

en lágrimas fugaces

felices por este salto

absurdo y peligroso en el vacío

y renazcan en tu amor

sonido más azul y precioso

todas las estrellas vibrantes.





                                                Francis.  

                         X15 x7    x2011









   De ti y de mí

         en la nueva estación.





Traspasarán la luz

las tardes nuevas de otoño.





I



Lo mismo que el viento

es extraño sentir

acantilado infinito

de cara a la noche

sentir tu piel primera

navegar misterioso el vivir.







II



Se entrometen

las tardes de otoño

huelen a universos fríos

a estrella errante

a tierra mojada

a paisajes sombríos.







III



Nadie duerme esta noche

¿Cómo vivir?

mi corazón quedó ya solo

las tardes desérticas

como reguero de polvo

el cometa brillante.







IV



Un grito me auxilia

en el mortal vacío

mi cuerpo desnudo

naciendo en mis ojos

todas las estrellas flotantes

turbado por la fiebre

de mi propia nostalgia.







V

 Ahora que vuelves

como el junco tocado por

la delgadez plácida del agua

acariciar tu imagen

crepitando entre mis llamas

soñar contigo

sin saber que soñaba.







VI



Si no queda nada nuevo

bajo un sol que se duerme

entre mis brazos

demos al viento su aire exótico

y al pájaro su trino certero

que pregone al mundo

mi amor completo.







VII



Al fin viniste

 con tus ojos de agua y miel

entre las estelas ardientes

de mis pasos

pintando con trazos

azules por el cielo

susurrando en mis oídos

dulces nombres

de una misma voz

que brilla diciendo

te quiero.



                                                 Francis.  

                        X7 x9    x2011









La voz íntima



I  Anhelo



Castiga mi sombra tu raíz

en cruel delirio

el aire frío rompe y ama

embriagado cede al dolor

al alta y suave cima

donde la noche

fugitiva, alerta,

vence en mortal delirio

 tu grandeza.







II  Sigilo



Es la añoranza

un dolor suave

como el rocío

en una violeta singular

la idéntica sustancia

que une azul profundo

y un lago eterno

mis ojos y tus ojos

y miles de olas en el mar.







III  Serenidad



Poderoso galeón

lleno de perlas preciosas

tentación y desafío

como de esencias exóticas

arquitectura difícil

florecidos los jardines venecianos

de la vida

de madura malvasía

y se derramó mi gozo

en tu vientre

henchido de canela.







IV  Ráfaga fría



Cuando la soledad empieza

y la aceptas y en ella vives

diríase que soy una isla

sordomudo y estéril

viudo de amor errante

meditabundo en el reino

de los lúcidos

preso de la sangre limpia

es el látigo de la crueldad inútil

y en el exilio interior

donde mi capa te cobija

y donde tú te conviertes

en mi señal única.







V  Evocación



Si la noche es un turbio interrogante

y los recuerdos abrasan

como una playa ardiente

es el tejido de la noche estrellada

pleamar de plata

oro cristalino en una copa de champaña

el vaivén azul del pensamiento

la palpitación que asfixia

el placer de una sonrisa

como perfume de anémonas remotas

vuelvo ahora a la consciencia tibia

pero perdura incluso

el dulce sabor de la fruta

que bajo el sol madura.



                                                               Francis.  

                                               

                                                           Inacabado


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