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miércoles, 9 de noviembre de 2011



          De ti y de mí

           en la nueva estación.





Traspasarán la luz

las tardes nuevas de otoño.





I



Lo mismo que el viento

es extraño sentir

acantilado infinito

de cara a la noche

sentir tu piel primera

navegar misterioso el vivir.







II



Se entrometen

las tardes de otoño

huelen a universos fríos

a estrella errante

a tierra mojada

a paisajes sombríos.







III



Nadie duerme esta noche

¿Cómo vivir?

mi corazón quedó ya solo

las tardes desérticas

como reguero de polvo

el cometa brillante.







IV



Un grito me auxilia

en el mortal vacío

mi cuerpo desnudo

naciendo en mis ojos

todas las estrellas flotantes

turbado por la fiebre

de mi propia nostalgia.







V

 Ahora que vuelves

como el junco tocado por

la delgadez plácida del agua

acariciar tu imagen

crepitando entre mis llamas

soñar contigo

sin saber que soñaba.







VI



Si no queda nada nuevo

bajo un sol que se duerme

entre mis brazos

demos al viento su aire exótico

y al pájaro su trino certero

que pregone al mundo

mi amor completo.







VII



Al fin viniste

 con tus ojos de agua y miel

entre las estelas ardientes

de mis pasos

pintando con trazos

azules por el cielo

susurrando en mis oídos

dulces nombres

de una misma voz

que brilla diciendo

te quiero.



                                                Francis.  

                          X7 x9    x2011









La voz íntima



I  Anhelo



Castiga mi sombra tu raíz

en cruel delirio

el aire frío rompe y ama

embriagado cede al dolor

al alta y suave cima

donde la noche

fugitiva, alerta,

vence en mortal delirio

 tu grandeza.







II  Sigilo



Es la añoranza

un dolor suave

como el rocío

en una violeta singular

la idéntica sustancia

que une azul profundo

y un lago eterno

mis ojos y tus ojos

y miles de olas en el mar.







III  Serenidad



Poderoso galeón

lleno de perlas preciosas

tentación y desafío

como de esencias exóticas

arquitectura difícil

florecidos los jardines venecianos

de la vida

de madura malvasía

y se derramó mi gozo

en tu vientre

henchido de canela.







IV  Ráfaga fría



Cuando la soledad empieza

y la aceptas y en ella vives

diríase que soy una isla

sordomudo y estéril

viudo de amor errante

meditabundo en el reino

de los lúcidos

preso de la sangre limpia

es el látigo de la crueldad inútil

y en el exilio interior

donde mi capa te cobija

y donde tú te conviertes

en mi señal única.







V  Evocación



Si la noche es un turbio interrogante

y los recuerdos abrasan

como una playa ardiente

es el tejido de la noche estrellada

pleamar de plata

oro cristalino en una copa de champaña

el vaivén azul del pensamiento

la palpitación que asfixia

el placer de una sonrisa

como perfume de anémonas remotas

vuelvo ahora a la consciencia tibia

pero perdura incluso

el dulce sabor de la fruta

que bajo el sol madura.



                                                               Francis.  

                                               

                                                           Inacabado


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