Asomado a mi ventana en plena noche.
Suenan en mi cabeza
las teclas de un piano triste
arriban a mí en pequeñas olas
un riachuelo de invierno
una primavera que renace en silencio
un corazón
que envejeció dormido y misterioso
en tú tímida sonrisa.
Visible la luna plena
se alza por encima de las aves y las torres
como lejanos son los reinos
de una juventud que se apaga
sin las brasas de un hogar
lleno de estatuas angustiadas.
Lentas viajan las barcas
se amarran a puerto con soga mojada
enjauladas como pájaros que trinan
con la cercanía de los otros
por la orilla de un río de humo y piedra
que no cesa.
Hermosas palabras de amistad
entreabren los labios de sonrisa
y encuentro sigilosa
la huida de unos ojos
como llamas encendidas
mientras unos cipreses
desvelan los signos de la muerte
y unas pavesas incandescentes
recorren las calles desérticas.
Huele la noche a tierra mojada
a bosque verde
a flor de jara
que escala los muros enormes
de la vida.
De pronto retoma hermoso de miel
el sonido vibrante de tu corazón
la voz queda dormida en tu lecho
mientras la distancia enorme
moribundo el impulso de sentirte
brota feliz entre nosotros.
Es hora de salir
ver la luz del cielo
la creación
desde el centro de la tierra
indescifrable
como un mar en su ternura
solo míos tu luz y su premura
sin consumir el fuego donde ardo
donde tiemblan
perdidos mis pasos
en tú isla misteriosa.
Las luces de la ciudad
serpentean entre plazas y callejuelas
mientras lejanos ladridos retumban sin eco
en el silencio de la noche
como las teclas rotas de un piano
que cubren con lenta sombra
el vaho de mi ventana.
Arden sin crepitar las hogueras
cubriendo todo el valle
como ángeles aturdidos
en los templos de los hombres
en el milagroso suceder de los tiempos
en los mismos errores del pasado
de un tiempo aquí encerrados.
Mis dedos temblorosos
tocan en el cristal
tu rostro que se me desvanece
un susurro apenas audible
los ojos húmedos
y tres rosas
que dejaste fragantes y luminosas
una por cada tiempo renacido
y el color, que es su tiempo, lo han perdido
para que mañana
vuelvan a renacer
en un tiempo más preciso.
Caen en vuelos cortos
las hojas de los arboles desnudos
y en aquel bogar de lentas barcas
de terciopelo azul de mar
la juventud
con el pausado ritmo de tu pecho
mientras duermes
con pies descalzos
rozando
el agua cristalina de las fuentes.
Se mece nuestra barca
mientras amarramos los remos
que se derraman
en las aguas tranquilas de un océano.
Ahora amanece
en hogueras de cielo incandescente
no se me hace lejana la luz
ni extraño el susurro de tu voz
cuelgan de los puentes
luceros de cristal iridiscente
poder cambiar toda la suerte
que flota como nubes en su huida.
Se me alzan
los pulsos de la fiebre en tus brazos
tu imagen infinita
que perdura eterna en mi mente
como un banco solitario en un parque
las ramas quebradizas de un sarmiento
el verde crepitar de una espiga
la gota verdadera
que cuelga solitaria de una rama.
Pequeñas gotas concéntricas
golpean el cristal en que me apoyo
surcan el camino de vuelta a nuestra casa
se me clava la tardanza
como una lanza que me grita
y he tomado tu palabra
en las orillas de un riachuelo
que me acerca más y mas
al agua de tu aljibe.
X14 X4 X2020
Francis