Olas blancas de salitre
Hay enormes piedras
en mi oscuridad tempestuosa
no hay resurrección
en el largo cuchillo de la noche
vértigo
espuma de mar negra
recuerdos en explosiones impasibles
que a pie de sus muros envisten
y en su negrura tiritan
escurridizos de amor sin excusa.
En mis ojos se pierde inmenso
la bocana de tu puerto
una copa de oro encendido
y el humo dorado en tus cabellos
como un caracol de ondulado vidrio
donde vive una flor de bronce tímido
llena de corales
tu vida existe en mi
y tiembla suavemente.
Reina de un mundo rojo vino
en paisaje hiere
roba de tus manos
el viento fuerte de levante Alborán.
Se negaron las hojas a caer
naufragas de tus inviernos perdidos
enajenadas estrellas pulsan sonoras dichas
fieras de hielo y fuego las persiguen
y en nuestro tálamo nos devoran
teniendo por techo un santuario celeste
y una pirámide en su centro.
espigas infinitas de esmeraldas.
Como ébanos en la noche
tus pétalos reposan
ardiente la llamada de mi pulso
cítaras insomnes las palabras nunca dichas
en la frescura del aire nocturno
acércate tú
y amortigua esta sedienta lumbre.
Nace un ciprés ente antiguos cipreses
y llora la muerte todas las muertes
solas las almas
sobre sábanas de sándalo
solitarias como gotas cristalinas
un escarpado abismo
frías las arenas
riberas mojadas de una playa.
Van los pescadores
ciegos con los faros de aceite
en la amura de babor
viejo se agita el mar envejecido
me envuelves
bruma irrenunciable
como piedras ávidas de lluvia
siempre tu rostro
hecho de niebla
crisálida de ensueño.
me ha amanecido.
Sereno te buscaba
mientras el sol ya tramontado
a tu vera
y en torno de tu vuelo se te funde
luciérnaga
en el valle del rocío
poblar tus íntimas moradas
peregrino vuela a ti mi corazón
firme la huella.
Francis
X17 x12 X2021