Venus lucero del alba
En tus ojos escribe Venus
el rojo vivo de armonía
carruajes de fuego
emergen del iris refulgente
mientras la noche
en su tálamo desnudo
se derrama en sábanas de yerba
cuando el lucero del alba
bien nos sonreía.
Un obelisco en llamas
llevan las musas de los hombres
con sus himnos
cantan a Zeus
rebosan de un recipiente sonoro
las arquitecturas blancas
los jazmines de la carne
la luz que se aproxima
a la sombra de los mundos
y el torso de Céfiro resurge
de las humildes gotas
de mi tormenta oscura
mientras me ato
a la cadena perpetua de tu abrazo.
Del horizonte
regresan los barcos perdidos
sobre canciones blancas de espuma
náufragos en las flautas de Atenea
se acomodan nuestros labios y se entrelazan
temblando lunas de otoño deshojadas
islas solitarias
se adentran mar adentro
caminas a mi lado
como un leve sueño
con un aliento amor
del que vivo y muero.
Arrastro los tigres de la noche
como góndolas venecianas
surcan los canales
bajo la fría noche de invierno
el paso lento de los días
las voces de enjambre
tristemente dormidas
mientras un sueño enigmático
descifra los nombres secretos de los astros
y la tristeza se me enfría
como la capa blanca de las estatuas.
Se rompe el alba
con los buenos sueños desvelados
con la herida negra de un cisne
de un Ícaro de alas ardientes
en los balcones de oro de poniente
se cierra eterna la caléndula
y emerge un sol triste de media noche
asciendo al abismo
cegada la razón
y hechizados los sentidos.
Posee el mar en su memoria
el dulzor de los labios en sus caricias
muerde el otoño la boca amarga
mientras se alza Venus eterna
en la naturaleza muerta de las cosas
muero mientras muerdo la manzana
mientras emerge una espiga verde
de la tierra negra derramada
y quedan lunas cautivas
presas a tu cadena.
Fui yo quien anduvo muerto
hace ya miles de años
buscando nidos en troncos muertos
en ramas partidas
como un corazón que se disipa
al paso de nubes bajas y henchidas
mientras del vago sueño despertaba
y el mundo entero se me dormía.
Morderte pudiera lentamente
en esta oscuridad amor
el fuego de tu antorcha
hiere y quema
mientras vienen de regreso las aves
recobrando el rumbo
alterando el aire
en la noche azulada de azucena
temblando la rosa blanca ante la espina
y ante ti el mundo
que nuevamente se revela.
Fueron otros
los viajeros que marcharon de mi lado
en mis lágrimas
se me enfría la agonía
una virginal herida
rasgó el cielo de poniente
negra luz entró en el Cáliz de la vida
como un Tártaro oscuro
y un espejo roto que mostraba
lo lejos desde donde venías.
X21 x10 X2021
Francis
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