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martes, 8 de noviembre de 2011

Ahora hablaremos de mí



La luciérnaga





No duerme el desconsuelo,

 y el frío firmamento

me acaricia como un velo,

de su triste duermevela.







Me clavó bien, al hueso,

 la mordaza anudó

mis ataduras,

 ¿que navío cruza

todo el océano

sin izar su vela?.







Persigue la serpiente la luciérnaga,

por su brillo natural que la

alimenta,

como una cúspide virgen de luz,

entre los ateridos fantasmas

que me habitan.

¿eres tú una verdad?.







Ahora no hay tiempo de sentir

 el desconsuelo,

Sigue la vida, urgente y transitoria,

muda la meta de su trayectoria

y rasga del mañana el hondo

velo.







Veo las estrellas,

y sus constelaciones,

como miro las remotas edades

de titánicos hombres,

de sus efímeras divinidades.

deambulan entre los jardines

sombríos

de las ciudades.







Me alzo yo versátil y valiente,

no quiero un desafío,

ni ser zafio,

vivir la vida, si,

 ¿es acaso imperativo ?

¿enfrentarse a todo?

¿sin destino?.







Que brille el sol y la luciérnaga

que estallen en colores infinitos

que no se apague

el brillo de sus ojos

de sus promesas, de sus desatinos.







Si tienes que mentir,

 hazlo más tarde,

consiente este verano que te crea

sin que el temor de octubre

me acobarde

que ningún juez declare mi

inocencia,

pues pagué con creces mi

condena.







Mas tu mira, contempla,

¿Cruzarás el umbral

 de un mundo mágico?

¿La otra realidad

que está tras ésta?

que recuerdo tan hostil

descansas en mis manos,

en mis ojos

que orgullo, me alzas con tu frente.







Si la vida solo la aprendemos,

placer y dolor se ofrecen siempre,

no quiero herir ni ser herido,

pero vivamos este momento,

sin que habite de nuevo el olvido.

donde el viento escape a sus

insomnios.







Se hace lenta la noche,

casi inaccesible,

como yo.



Francis.

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