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jueves, 19 de septiembre de 2024
Los sedimentos del tiempo
miércoles, 4 de septiembre de 2024
La noche cruje como un viejo álamo
Hoy se torna el aire como cristal de niebla
hasta la voz queda sin matices
detenido el impulso de la sangre
temor a lo esperado y lo imprevisto
mientras todo me lleva a ti
Francis
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jueves, 27 de junio de 2024
Algo nace del sueño de los hombres
Algo nace del sueño de los hombres
arrobado canta el trovador floridas cantigas
sinsabor la pena inmerecida
se deshacen
como el vaho de los besos tras un cristal
huracanes los sueños que van y vienen
quizás lo hayas sentido
en el cielo derramado
del último otoño antes del crepúsculo
el alboroto de las rojas hojas arboladas
nos mecen en un lago que se despeña de lotos
en el frágil despertar de la memoria nocturna
quiero escuchar cercana tu voz más dulce y lenta
en el filo misterioso
del tálamo de viva tierra que habitamos
traspasada la frontera de las sombras
una voz se eleva entre nosotros hacia el monte
como el rojo incandescente de una pavesa
luz prendida y viva en el alféizar de la ventana
en la tierra o en el cielo retumban en su núcleo
dos almas gemelas
repletas de castaños y chicharras
mi alma de parte a parte se atraviesa.
Calla amor, calla y escucha
los retratos son en mi mente
como patas de pájaros enredados
el porche de la casa se puebla
con el paso de la estaciones palaciegas
sobre una cocina enorme de fuego perenne
una mesa se yergue esparcida
con grumos de azúcar y blancas harinas
antes que nazca la luz brillante de los sueños
hay un ligero temblor
la profundad de los sueños me atraviesa
la luz se antoja diferente
y pasa fugaz
como el giro inesperado
y vigoroso
de pequeñas golondrinas.
Cae la noche de resplandor enlunado
bajo el peso opaco de las nubes girantes
estridentes y luminosas en su centro
un campanario de locas risas
resuena en los verdes valles de la memoria
las palabras olvidan su sentido
marcan el paso manso y sereno de la vida
todo tiempo presente
se convierte de repente en destellos del pasado
hay un leve temblor bullicioso repicando en las aldabas
golpeadas por los sueños de los hombres
los días se chocan como piedras bajo sus zapatos
hay en su gesto la placidez de una esclava etrusca
constructora de torres tan altas
roban la blanca luz de primavera
sembrados de blancos luceros sobre el agua
la flor fugaz de los almendros.
Miro a través de un catalejo imaginario
y observo a unos niños de pantalones cortos
cruzando los patios de las casas
sobre los cabos amarrados en los extremos
secan como banderas onduladas
sábanas blancas recién lavadas
la vida se prolonga como un pasillo estrecho
sobre las paredes me observan los retratos
aquellos me rodean
son como sombras con máscaras de papel
en los jardines colgantes
del paraíso de la memoria
mil leones los custodian
viven en mi jardín privado
donde mis padres me dejaron olvidado
donde el aliento cobarde de los hombres
duerme en un barro de arcilla y piedras
los árboles escuchan el silencio de los valles
y callan
como callan las pisadas mojadas en la arena
batidas por las olas apacibles de la playa
observo dormido mis piernas colgantes
en la arista misteriosa de un acantilado
como ramas ocultas
en un jardín veneciano.
Hay un farol encendido al borde del río
dorado e inquieto flota
en la niebla placida y silenciosa
donde tu vida misteriosa ocupa todas mis riveras
dulce acantilado en la orilla de los sueños
eslabón de una cadena
al presente que los une
suenan lejanos y ligeros recuerdos
como notas de un cordaje afinado
en el silencio estático de la noche
de una melodía que no recuerdo
se escuchan alrededor risas agitadas
en la línea horizontal
del crepúsculo que nace
éramos tan jóvenes en un mundo tan enorme
un galeón navega al compás de la corriente
viene portando en sus velas
un manto de estrellas reflejadas
de primaveras encendidas
duermo y sueño y sueño y duermo de nuevo
mientras un hombre narra aburrido
de letanía sus vidas anteriores
los sonidos de azules se tiñen
en las cuerdas de una lira
estoy sumergido en un laberinto
empañado de verano sin fin
verde esmeralda el rayo acuoso
que nace de tus ojos amanecidos
cuando pasará septiembre
como un galeón solitario
para embarcarme contigo nuevamente.
Camino antiguas ciudades
con una nueva luz
que perturba mi sueño
antes de verte recién amanecida
la claridad azulada
luna en la noche de plata iluminada
los sonidos me desvelan
despoblados de ecos
despojados los frágiles
vestidos de los hombres
llenos los ojos rajados
de dulce maitinada
una infinidad perturbadora
he descubierto de repente
un camino que descendía
desde las altas colinas
a ambos lados hojas de jara y azahar
la tormenta desplazaba
una sacudida extraña
un océano de imágenes
un océano de recuerdos
la memoria estremecía.
He regresado
a las horas silenciosas de mi infancia
el eco apagado del silencio
entre los callejones de unas plazas
que pronto me olvidaron
se estremecen aplastados entre un bosque de gigantes
existe una seriedad mezclada
en la belleza del desierto
sereno el magnetismo de la tierra
enigmática entre la quietud misteriosa de aquellas dunas
he encontrado una esfinge inmutable
las arenas colosales cautiva la mantienen
los templos en derredor ya se han desvanecido
rotas las cadenas polvorientas de olvido
en pergaminos viejos han quedado
las antiguas estrofas atenienses
se alzan sobre capiteles quebradizos
olas monumentales de arena
y los sueños antiguos y perdurables de los hombres
que enmudecen ante lo desconocido.
Me cautiva el paso lento de las horas
entre una sábana enorme
que es el tiempo que me envuelve
la tierra basta se tiñe
de calma plácida el rojo atardecer
los sueños se nos huyen como palomas asustadas
como animales bajo un astro ardiente
habitan entre en el cielo y la tierra
entre las ruedas enormes que nos orbitan
de un firmamento que crepita pulsantes las estrellas
los cauces de los ríos se incendian de luciérnagas
llama mortal el rojo vivo que reflejan
pálidas y dolientes
las llamas de inocencia se me encienden
el hombre se encuentra siempre recién amanecido
ya no es tan oscuro
se yergue sobre el verde
de los frondosos bosques que habitamos
ahora en la llanura despoblada
se construyen miles de estatuas repletas de recuerdos
en cada esquina, en cada soportal resguardado
el viento indescifrable de la juventud
la juventud, oh la juventud
un instante de luz brillante
fulminante la rapidez el rojo vivo del relámpago
el brillo cegador de inocente entusiasmo
los templos enormes ya se me han desvanecido
sobre sus propios capitales
rotas las cadenas polvorientas de olvido.
libertad el corazón que ansía
siempre que vivamos
habrá en nosotros poesía.
Francis
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jueves, 30 de mayo de 2024
La mañana clareaba y tu estabas.
La mañana clareaba y tu estabas
Hoy me ha amanecido
el canto primitivo de la cigüeña blanca
junto a ti, tu alma recostada y sosegada
entre un paisaje de sueños adormecidos
yo te contemplaba
alas sobre las alas blancas de alborada
mi corazón con el tuyo
forman collares de rojas perlas
a paso lento caminan los relojes
la misma cadencia
el blanco contra el azul
la sangre contra la piedra
el amor contra la blanca y pequeña cigüeña.
Pulida la piel entre la rosa espinada
verdes clarean difusas de albor
las flores deshojadas
en los cristales empañados se disfrazan
mientras la lluvia mansa y sonora
estremece la ventana
mi corazón se encoje
acariciado con el fluir del agua
el humor minúsculo y gracioso de las gotas
empuja y me aquieta abriendo los balcones
surcan los caminos felices
hacia la tierra secreta del deseo
y vencidos en su descenso nos abrazan.
Sobre las paredes blancas de espuma
trotan unos caballos dorados
de riendas quebradas
buscan el calor brillante de las casas
cruzan los patios
un inmenso azul los observa
la bruma se disipa
entre los cipreses helados
hoy nos sorprende
una pausa en la luz que nos envuelve
tu estas, yo estoy, y estarás
serpentea entre los callejones
un repicar de campanas.
Centinela sobre los muros de la ciudad
la mañana clareaba alborotando el sueño
entre las orillas silenciosas de tu cuerpo
lejano se escucha el rumor
de una fuente con dos caños
entre los muros húmedos y callados
borbotea al caer el agua ruidosa materia líquida
como el canto rítmico y cansino de los grillos
resonante el eco por los soportales de la plaza
mientras un ángel
tan resucitados así nos encontraba.
Me cautiva el desorden cotidiano de la vida
el olor a tierra mojada agradecida
un puñado de flechas
surcan de placidez la bóveda celeste
iluminada de blanco cegador un fuerte relámpago
juguete de hielo blanco entre tus manos
furtivo y cautivo me someto agradecido
caprichosos son también
los vientos inmensos del océano
ebrio de vino me he olvidado de mis ojos
sembrados de soledad y mariposas
de columnas impracticables a solas con el tiempo
las consecuencias persistentes de la derrota
el deprimente anochecer del estío
inevitable camino de dos gotas
que se arrastran por la corriente de la misma orilla
un estremecimiento vespertino
con la primera ráfaga
que nos recordó el frío
con la primera ráfaga
y se nos escapó
la estación privada del olvido.
Rápidos y ligeros son los vientos de la felicidad
llegan y se van tan de repente
huyen de los hombres como náufragos
en los pliegues del tiempo
y dejan a su paso empañada
la fina capa del espejo en su recuerdo
vienen diferentes cada vez y parecidos
como sucumbe la luz al atardecer
y revive en cada día su mañana.
Solo quedarán en su misterio
esas cosas cálidas y cotidianas
algo quedará perenne en nuestros labios
deslumbrado se incendiaba el aire
y el aire ascendía por el jazmín
y el jazmín por el balcón
leyendas de amor y dulces nostalgias
el deseo de cuerpo maduro
rutilante y tardío.
Siento tu agitación ligera como una espiga
misterioso el giro inverso de los girasoles
coronado septiembre en tu paisaje
consumado el sol de verde en su viaje.
Francis
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miércoles, 22 de mayo de 2024
Sueños de verano
Sueños de verano
Hay un fin que llega y no avisa
como pequeñas gotas
caen ligeras tras la fría brisa
enredadas entre un sol tornasolado
la sangre, a punto, se impacienta y arde.
Francis
X16 x5 X2024
martes, 14 de mayo de 2024
La patria de los hombres
La patria de los hombres
La tierra entera
hombre mortal
quieres abarcar y aun te torturas
un arenal enorme te rodea y somete
en horizonte inabarcable
colosales los muros de piedra enormes
que al hombre se revelan
luces y sombras entre visible e invisible
la tierra se abre a la tumba que te espera
una puerta ilumina la puerta del pasado
comienzo y final se conjuran
mientras expira tu reinado
en el infinito rumor de las olas
que ya no escuchas.
Un brazo de barro sujeta tu cintura y se moldea
la tierra se colma del rocío del alba
el dolor paraliza
te cede y somete
rodea la mente en silencios
ya no escucho la risa clara y los suspiros
mientras una flor arde
en el crepúsculo de un día que se retrasa
el aire abatido
se transforma en una sábana blanca
inabarcable en el iris de tus ojos.
Pulsa la tierra en su constante giro
un loco crepúsculo ilumina los contornos
entre un tiempo que se estremece
como aullidos de lobos en las colinas
vendrá la muerte cuando quiera
trayéndome caballos negros
de rosas encarnadas.
Si, vendrá la muerte cuando quiera
tañendo sonidos de susurros hipnóticos
sé bien quién eres tu
revestida de piel negra
estatua de frio mármol
adormeces los secretos de los hombres
los cautivas
hasta dormirlos eternos
entre los fríos enlunados
un cáliz traspasaba la pureza adormecida
mientras una caverna de luz pura
se abre a los labios blancos
de amor aletargados.
Tanto soñé contigo
que se me fue la idea de tu mundo fugitivo
cuando alcanzaré aquel cuerpo vivo
ahora camino hacia ti
convertido en tu sombra y tu fantasma
mientras me rebela esta nación de santos
las brasas me consumen
esta alma peregrina.
Traías en racimos
vino de amor entre los ojos
entre el rostro y el pecho
tu noche ocupó el brillo nocturno
de todas las ciudades
y el viento no soplaba
yo muy alejado te contemplaba
entre las llamas de una selva
enjaulado me extinguía
la luz entonces era de otra manera
la roca sobre la tierra prometía
regreso a la playa en que era niño
la humedad relativa de las olas
la estructura sencilla de las cosas
fue un hermoso sueño a medio día.
Para calmar la falsa sed
atrapé la rosa negra de un estanque
tienden hacia Oriente indescifrables
en el ocaso los rayos de bramante
bruma en mis sueños más lejanos
una isla apacible a la orilla de un enorme mar
la fría noche náufraga se alejaba
mientras un hombre ajeno
de ceniza me habitaba.
Alados de humo
se alzaron crepitando lo sueños
mientras eran devorados por la bestia
me resisto abrazado a la piel
de los sueños que me envuelven
ya no hay tierra sin dueño
ni silencio atronador de la noche desnuda
la maldición enorme del silencio
preso y errante
el hechizo me invade
impaciente de vida me deshace.
Deja que alargue esta quietud apacible
que tú sabes bien que me embriaga
sé que todo está aquí
la patria entera
en el albor de un cielo que clarea
arden mis ojos detrás de tu mirada
como un abismo
detrás de la laguna gris de un espejo
deja pues
que alargue esta quietud apacible
que la fortuna no me aciaga.
La patria de los hombres se deshace
como se funde el hierro
en las manos del orfebre
como la arena inabarcable del desierto.
Francis
X7 X5 X2024
miércoles, 10 de abril de 2024
Prometeo
Prometeo
como una brizna de hierba
de aire delicioso
un rayo de nítido azulado
verde marino
el aire con que se abate
Francis
X15 x3 X2024