La mañana clareaba y tu estabas
Hoy me ha amanecido
el canto primitivo de la cigüeña blanca
junto a ti, tu alma recostada y sosegada
entre un paisaje de sueños adormecidos
yo te contemplaba
alas sobre las alas blancas de alborada
mi corazón con el tuyo
forman collares de rojas perlas
a paso lento caminan los relojes
la misma cadencia
el blanco contra el azul
la sangre contra la piedra
el amor contra la blanca y pequeña cigüeña.
Pulida la piel entre la rosa espinada
verdes clarean difusas de albor
las flores deshojadas
en los cristales empañados se disfrazan
mientras la lluvia mansa y sonora
estremece la ventana
mi corazón se encoje
acariciado con el fluir del agua
el humor minúsculo y gracioso de las gotas
empuja y me aquieta abriendo los balcones
surcan los caminos felices
hacia la tierra secreta del deseo
y vencidos en su descenso nos abrazan.
Sobre las paredes blancas de espuma
trotan unos caballos dorados
de riendas quebradas
buscan el calor brillante de las casas
cruzan los patios
un inmenso azul los observa
la bruma se disipa
entre los cipreses helados
hoy nos sorprende
una pausa en la luz que nos envuelve
tu estas, yo estoy, y estarás
serpentea entre los callejones
un repicar de campanas.
Centinela sobre los muros de la ciudad
la mañana clareaba alborotando el sueño
entre las orillas silenciosas de tu cuerpo
lejano se escucha el rumor
de una fuente con dos caños
entre los muros húmedos y callados
borbotea al caer el agua ruidosa materia líquida
como el canto rítmico y cansino de los grillos
resonante el eco por los soportales de la plaza
mientras un ángel
tan resucitados así nos encontraba.
Me cautiva el desorden cotidiano de la vida
el olor a tierra mojada agradecida
un puñado de flechas
surcan de placidez la bóveda celeste
iluminada de blanco cegador un fuerte relámpago
juguete de hielo blanco entre tus manos
furtivo y cautivo me someto agradecido
caprichosos son también
los vientos inmensos del océano
ebrio de vino me he olvidado de mis ojos
sembrados de soledad y mariposas
de columnas impracticables a solas con el tiempo
las consecuencias persistentes de la derrota
el deprimente anochecer del estío
inevitable camino de dos gotas
que se arrastran por la corriente de la misma orilla
un estremecimiento vespertino
con la primera ráfaga
que nos recordó el frío
con la primera ráfaga
y se nos escapó
la estación privada del olvido.
Rápidos y ligeros son los vientos de la felicidad
llegan y se van tan de repente
huyen de los hombres como náufragos
en los pliegues del tiempo
y dejan a su paso empañada
la fina capa del espejo en su recuerdo
vienen diferentes cada vez y parecidos
como sucumbe la luz al atardecer
y revive en cada día su mañana.
Solo quedarán en su misterio
esas cosas cálidas y cotidianas
algo quedará perenne en nuestros labios
deslumbrado se incendiaba el aire
y el aire ascendía por el jazmín
y el jazmín por el balcón
leyendas de amor y dulces nostalgias
el deseo de cuerpo maduro
rutilante y tardío.
Siento tu agitación ligera como una espiga
misterioso el giro inverso de los girasoles
coronado septiembre en tu paisaje
consumado el sol de verde en su viaje.
Francis
X29 x5 X2024
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