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jueves, 30 de mayo de 2024

La mañana clareaba y tu estabas.



La mañana clareaba y tu estabas


Hoy me ha amanecido

el canto primitivo de la cigüeña blanca

junto a ti, tu alma recostada y sosegada

entre un paisaje de sueños adormecidos

yo te contemplaba

alas sobre las alas blancas de alborada

mi corazón con el tuyo

forman collares de rojas perlas

a paso lento caminan los relojes

la misma cadencia

el blanco contra el azul

la sangre contra la piedra

el amor contra la blanca y pequeña cigüeña.




Pulida la piel entre la rosa espinada

verdes clarean difusas de albor

las flores deshojadas

en los cristales empañados se disfrazan

mientras la lluvia mansa y sonora

estremece la ventana

mi corazón se encoje

acariciado con el fluir del agua

el humor minúsculo y gracioso de las gotas

empuja y me aquieta abriendo los balcones

surcan los caminos felices

hacia la tierra secreta del deseo

y vencidos en su descenso nos abrazan.




Sobre las paredes blancas de espuma

trotan unos caballos dorados

de riendas quebradas

buscan el calor brillante de las casas

cruzan los patios

un inmenso azul los observa

la bruma se disipa

entre los cipreses helados

hoy nos sorprende

una pausa en la luz que nos envuelve

tu estas, yo estoy, y estarás

serpentea entre los callejones

un repicar de campanas.




Centinela sobre los muros de la ciudad

la mañana clareaba alborotando el sueño

entre las orillas silenciosas de tu cuerpo

lejano se escucha el rumor

de una fuente con dos caños

entre los muros húmedos y callados

borbotea al caer el agua ruidosa materia líquida

como el canto rítmico y cansino de los grillos

resonante el eco por los soportales de la plaza

mientras un ángel

tan resucitados así nos encontraba.




Me cautiva el desorden cotidiano de la vida

el olor a tierra mojada agradecida

un puñado de flechas

surcan de placidez la bóveda celeste

iluminada de blanco cegador un fuerte relámpago

juguete de hielo blanco entre tus manos

furtivo y cautivo me someto agradecido

caprichosos son también

los vientos inmensos del océano

ebrio de vino me he olvidado de mis ojos

sembrados de soledad y mariposas

de columnas impracticables a solas con el tiempo

las consecuencias persistentes de la derrota

el deprimente anochecer del estío

inevitable camino de dos gotas

que se arrastran por la corriente de la misma orilla

un estremecimiento vespertino

con la primera ráfaga

que nos recordó el frío

con la primera ráfaga

y se nos escapó

la estación privada del olvido.




Rápidos y ligeros son los vientos de la felicidad

llegan y se van tan de repente

huyen de los hombres como náufragos

en los pliegues del tiempo

y dejan a su paso empañada

la fina capa del espejo en su recuerdo

vienen diferentes cada vez y parecidos

como sucumbe la luz al atardecer

y revive en cada día su mañana.




Solo quedarán en su misterio

esas cosas cálidas y cotidianas

algo quedará perenne en nuestros labios

deslumbrado se incendiaba el aire

y el aire ascendía por el jazmín

y el jazmín por el balcón

leyendas de amor y dulces nostalgias

el deseo de cuerpo maduro

rutilante y tardío.




                                                                                                     Siento tu agitación ligera como una espiga

                                                                                                       misterioso el giro inverso de los girasoles

                                                                                                                 coronado septiembre en tu paisaje 

                                                                                                            consumado el sol de verde en su viaje.



                                                                          Francis

                                        X29 x5 X2024


 

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