La patria de los hombres
La tierra entera
hombre mortal
quieres abarcar y aun te torturas
un arenal enorme te rodea y somete
en horizonte inabarcable
colosales los muros de piedra enormes
que al hombre se revelan
luces y sombras entre visible e invisible
la tierra se abre a la tumba que te espera
una puerta ilumina la puerta del pasado
comienzo y final se conjuran
mientras expira tu reinado
en el infinito rumor de las olas
que ya no escuchas.
Un brazo de barro sujeta tu cintura y se moldea
la tierra se colma del rocío del alba
el dolor paraliza
te cede y somete
rodea la mente en silencios
ya no escucho la risa clara y los suspiros
mientras una flor arde
en el crepúsculo de un día que se retrasa
el aire abatido
se transforma en una sábana blanca
inabarcable en el iris de tus ojos.
Pulsa la tierra en su constante giro
un loco crepúsculo ilumina los contornos
entre un tiempo que se estremece
como aullidos de lobos en las colinas
vendrá la muerte cuando quiera
trayéndome caballos negros
de rosas encarnadas.
Si, vendrá la muerte cuando quiera
tañendo sonidos de susurros hipnóticos
sé bien quién eres tu
revestida de piel negra
estatua de frio mármol
adormeces los secretos de los hombres
los cautivas
hasta dormirlos eternos
entre los fríos enlunados
un cáliz traspasaba la pureza adormecida
mientras una caverna de luz pura
se abre a los labios blancos
de amor aletargados.
Tanto soñé contigo
que se me fue la idea de tu mundo fugitivo
cuando alcanzaré aquel cuerpo vivo
ahora camino hacia ti
convertido en tu sombra y tu fantasma
mientras me rebela esta nación de santos
las brasas me consumen
esta alma peregrina.
Traías en racimos
vino de amor entre los ojos
entre el rostro y el pecho
tu noche ocupó el brillo nocturno
de todas las ciudades
y el viento no soplaba
yo muy alejado te contemplaba
entre las llamas de una selva
enjaulado me extinguía
la luz entonces era de otra manera
la roca sobre la tierra prometía
regreso a la playa en que era niño
la humedad relativa de las olas
la estructura sencilla de las cosas
fue un hermoso sueño a medio día.
Para calmar la falsa sed
atrapé la rosa negra de un estanque
tienden hacia Oriente indescifrables
en el ocaso los rayos de bramante
bruma en mis sueños más lejanos
una isla apacible a la orilla de un enorme mar
la fría noche náufraga se alejaba
mientras un hombre ajeno
de ceniza me habitaba.
Alados de humo
se alzaron crepitando lo sueños
mientras eran devorados por la bestia
me resisto abrazado a la piel
de los sueños que me envuelven
ya no hay tierra sin dueño
ni silencio atronador de la noche desnuda
la maldición enorme del silencio
preso y errante
el hechizo me invade
impaciente de vida me deshace.
Deja que alargue esta quietud apacible
que tú sabes bien que me embriaga
sé que todo está aquí
la patria entera
en el albor de un cielo que clarea
arden mis ojos detrás de tu mirada
como un abismo
detrás de la laguna gris de un espejo
deja pues
que alargue esta quietud apacible
que la fortuna no me aciaga.
La patria de los hombres se deshace
como se funde el hierro
en las manos del orfebre
como la arena inabarcable del desierto.
Francis
X7 X5 X2024
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