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domingo, 6 de diciembre de 2020

Asomado a mi ventana en plena noche


 Suenan en mi cabeza

 las teclas de un piano triste 

arriban a mí en pequeñas olas

 un riachuelo de invierno 

una primavera que renace en silencio 

un corazón

 que envejeció dormido y misterioso 

en tú tímida sonrisa. 



 Visible la luna plena 

se alza por encima de las aves y las torres 

como lejanos son los reinos

 de una juventud que se apaga

 sin las brasas de un hogar

 lleno de estatuas angustiadas. 



Lentas viajan las barcas

 se amarran a puerto con soga mojada

 enjauladas como pájaros que trinan 

con la cercanía de los otros

 por la orilla de un río de humo y piedra

 que no cesa. 



Hermosas palabras de amistad 

entreabren los labios de sonrisa 

y encuentro sigilosa

 la huida de unos ojos 

como llamas encendidas 

mientras unos cipreses

 desvelan los signos de la muerte 

 y unas pavesas incandescentes 

recorren las calles desérticas.



 Huele la noche a tierra mojada  

a bosque verde

 a flor de jara 

 que escala los muros enormes

de la vida. 



De pronto retoma hermoso de miel

 el sonido vibrante de tu corazón 

la voz queda dormida en tu lecho 

mientras la distancia enorme 

moribundo el impulso de sentirte 

brota feliz entre nosotros. 



Es hora de salir 

 ver la luz del cielo

 la creación 

desde el centro de la tierra 

indescifrable 

como un mar en su ternura 

solo míos tu luz y su premura 

sin consumir el fuego donde ardo

 donde tiemblan 

perdidos mis pasos

 en tú isla misteriosa. 



Las luces de la ciudad

 serpentean entre plazas y callejuelas 

mientras lejanos ladridos retumban sin eco 

en el silencio de la noche

 como las teclas rotas de un piano

 que cubren con lenta sombra 

el vaho de mi ventana. 



Arden sin crepitar las hogueras

 cubriendo todo el valle

 como ángeles aturdidos

 en los templos de los hombres 

en el milagroso suceder de los tiempos

 en los mismos errores del pasado

 de un tiempo aquí encerrados. 



Mis dedos temblorosos

 tocan en el cristal

 tu rostro que se me desvanece

 un susurro apenas audible

 los ojos húmedos

 y tres rosas 

que dejaste fragantes y luminosas

 una por cada tiempo renacido

 y el color, que es su tiempo, lo han perdido

 para que mañana 

 vuelvan a renacer

 en un tiempo más preciso. 



Caen en vuelos cortos

 las hojas de los arboles desnudos

 y en aquel bogar de lentas barcas

 de terciopelo azul de mar

 la juventud 

con el pausado ritmo de tu pecho

 mientras duermes

 con pies descalzos

 rozando

 el agua cristalina de las fuentes. 



Se mece nuestra barca

 mientras amarramos los remos

 que se derraman

 en las aguas tranquilas de un océano. 



 Ahora amanece

 en hogueras de cielo incandescente

 no se me hace lejana la luz

 ni extraño el susurro de tu voz

 cuelgan de los puentes

 luceros de cristal iridiscente

 poder cambiar toda la suerte 

que flota como nubes en su huida. 



Se me alzan

 los pulsos de la fiebre en tus brazos

 tu imagen infinita

 que perdura eterna en mi mente

 como un banco solitario en un parque

 las ramas quebradizas de un sarmiento

 el verde crepitar de una espiga

 la gota verdadera

 que cuelga solitaria de una rama. 



Pequeñas gotas concéntricas

 golpean el cristal en que me apoyo

 surcan el camino de vuelta a nuestra casa

 se me clava la tardanza

 como una lanza que me grita

 y he tomado tu palabra

 en las orillas de un riachuelo

 que me acerca más y mas

 al agua de tu aljibe. 


Te quiero

 a pesar de la brevedad

 engañosa de la vida. 



                                                            X14 X4 X2020 

                                                            Francis

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