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lunes, 7 de diciembre de 2020

Amiga mía, cincuenta años no son nada



 Enamoradamente he vuelto

por la mañana deslumbrante 

de luz y de claveles

detenido en el hueco de tu espacio

con la impaciencia derretida 

 del juego cálido de tus manos

mientras siembro otra vez 

el esclavo juego de amor y duda. 



De nuevo el tiempo nace

el tiempo vive y sueña

como una extensa melena

como un extraño viajero 

que ni el orden de la noche

 me serena.



Un rubor apenas en los ojos asoma

cuando apoyas tu mirada ya en la mía  

y toda la tierra

se me hace prometida. 



Brota la espiga 

de la simiente enterrada

y se pierde 

el instante primitivo de las cosas 

un lugar donde el mundo 

nos acerca. 



¿ Jugaremos al escondite ?

yo me ocultaba 

y tu me perseguías

pasaron largos los días y las horas

y tu no me encontrabas,

 me agotaron

 los días interminables de verano,

pasó el otoño

 con su crujir de madera seca,

pasó el invierno 

con su dolor de corazón 

sepultado por la nieve,

y llegó la primavera

como una fruta amarga en su corteza,

yo, mientras tanto 

te espero escondido en mi rincón

y tengo miedo …. como siempre.  



Al fondo, existen rincones 

donde crecen 

flores ocultas entre la hierba 

donde hay raíces clavadas a la piedra 

que aguardan impertérritas 

el agua de la lluvia.



La amistad es como el Sur 

de los veranos agostados

donde se oye

 la seca espera de los pozos.



Bajo el invierno de la nieve 

sueñan los caminos 

con los días azules del deshielo 

mas me hallo tan incierto

que en un vivo ardor estoy temblando

y cierto es que tengo frío

mas si el tiempo es soberano 

repara bien en quién poco

                          os ha servido.                            


                                             Francis

                                                             X9  X6   X2017 


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